Geográficamente, el país consistía en una larga y angosta faja desértica, de un promedio de 80 kilómetros y unos 3 mil kilómetros de largo, recostada sobre el hemisferio sur del océano Pacífico, a la que se adosaba una región más ancha y más alta, conocida como "la sierra". Esta se hallaba sembrada de montañas de poca tierra y mucha piedra, que ramificándose en diversos brazos, que ora volvían a juntarse, para volver a dividirse, se alzaban hasta contar con picos que rebasaban los 6 kilómetros de altura. Más allá de este laberinto de piedra, al oriente, estaba la extensa región amazónica, que aún no podía ser explorada ni colonizada por falta de medios económicos, humanos e industriales.
Las posibilidades agrícolas de semejante suelo eran muy limitadas.
Los cultivos eran practicables solamente en los estrechos valles de la cordillera y en los oasis que los ríos que bajaban las montañas para desembocar en el Pacífico creaban en la faja costera antes de perderse en el mar.
Los caminos eran demasiado primitivos, por lo que no permitían el uso de la rueda, los puentes eran muy reducidos y "los de soga" hacían pensar a los viajeros más que en las poblaciones de una nación civilizada, en las tribus de los bosques.
En 1860 Manuel Pardo se queja de esto diciendo:
"¿Qué industrias pueden establecerse, cuando cualquier utensilio sobrepasa las más moderadas dimensiones es ya imposible transportarlo, porque no cabe por el camino?"
Esto debido a que el transporte en animales era demasiado costoso debido a la falta de los pastos.
Un observador francés llamado Alexander de Botmiliau escribió lo siguiente referente a la geografía peruana:
"La misma configuración del Perú basta para explicar en gran parte la multiplicidad de revoluciones que se han sucedido. Las ciudades, separadas o perdidas a orillas del océano, pueden difícilmente llevar una vida común. Esos grandes centros de población, capitales poderosas de provincias rivales y envidiosas, apenas están unidas entre sí por malas vía de comunicación"
Todas estas dificultades para poder trasladarse de un punto a otro del territorio impresionaron a los observadores que visitaron al país en el siglo XIX.
Debido a la propia geografía del país, la economía y su mercado interno era demasiado limitado.
Bibliografía:
Contreras, C. (2015), La economía pública en el Perú después del guano y el salitre, Instituto de Estudios Peruanos: Perú
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